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¿Es el término neurodiversidad un concepto que desafía paradigmas?

  • Maru Vélez
  • Jun 16
  • 3 min read

 

El término neurodiversidad surge desde el ámbito de los derechos humanos como una corriente que busca el reconocimiento de las diferencias en el cerebro humano  como variaciones naturales, y no como trastornos que necesitan ser corregidos.

Desde esta perspectiva, se acepta a la neurodiversidad como una forma distinta de ver y experimentar el mundo, una manera propia de pensar y funcionar cognitivamente. Precisamente por ser diferente, puede aportar muchas cosas valiosas a la sociedad en general.

Cuando reconocemos la riqueza de la neurodiversidad, se crean entornos más justos en los cuales las personas pueden ejercer sus derechos en cualquier ámbito social. Se desestigmatizan las diferencias neurológicas y se  promueve la validación de la identidad de quienes se identifican como neurodivergentes.

Es una realidad que este término genera una serie de retos e incomodidades para la sociedad, ya que desafía la versión médica y patologizante, promoviendo que la sociedad provea acomodaciones para que las personas neurodivergentes puedan desarrollarse y realizarse, en lugar de esperar que ellas se adapten a los estándares establecidos.

Este enfoque nos lleva a cuestionar conceptos arraigados como la anormalidad, la discapacidad y la enfermedad, además de desafiar la capacidad de adaptación de los entornos educativos y laborales para permitir que estas personas ejerzan sus derechos.

Aunque cada vez más ámbitos sociales promueven la inclusión, también es cierto que aún no hay total claridad sobre lo que esto implica.

Incluir a personas neurodivergentes en un ambiente educativo, laboral o social no significa simplemente  “permitir que estén” en un espacio determinado. Significa responsabilizarse de realizar las acomodaciones necesarias para puedan desarrollar y expresar su máximo potencial, eliminando barreras físicas, sociales, académicas, etc.

 

¿Cuáles son los pasos para lograr una sociedad inclusiva?

Formar una sociedad inclusiva requiere de tiempo, ya que es un proceso que exige voluntad y compromiso de sus miembros para transformar valores y actitudes hacía la diferencia.

Entre las estrategias para alcanzar esta meta, se encuentran:

·         La implementación de leyes que protejan los derechos de todos, especialmente de las personas más vulnerables, garantizando el acceso a oportunidades en educación, empleo, salud y participación social.

·    Sensibilizar y educar a la población, informando de manera precisa sobre las características de las personas neurodivergentes, incluyendo las áreas en las que necesitan apoyo, así como sus fortalezas.

·       Promover la educación  inclusiva que valore la diversidad, enseñando y practicando  el respeto a los derechos humanos, la igualdad y la eliminación de prejuicios desde edades tempranas.

·     Identificar y transformar las barreras físicas, sociales, económicas y culturales que limitan la participación de personas con necesidades específicas.

·       Adaptar entornos físicos, sociales y tecnológicos a las necesidades de las personas que los utilizan, eliminando obstáculos que los dificultan.

·       Impulsar la presencia de minorías en cargos de liderazgo, para que sus necesidades  sean escuchadas y atendidas.

 

Algunas sugerencias para que las personas neurodivergentes promuevan una sociedad más inclusiva.


·       Compartir experiencias para reducir estigmas y  promover un enfoque más profundo sobre la neurodiversidad.

·    Promover programas educativos en contextos como el trabajo, la escuela o la comunidad con el fin de dar a conocer sus características, habilidades y necesidades específicas.

·     Participar con Instituciones, educadores y empleadores para promover entornos accesibles y adaptados a las diversas necesidades de las personas.


Reconocer la neurodiversidad como un paradigma que desafía los conceptos tradicionales de normalidad y discapacidad, nos invita a construir una sociedad más justa, inclusiva y humana.

Para lograrlo, es fundamental promover la empatía, la comprensión y la responsabilidad colectiva, transformando entornos y actitudes para que cada persona, independientemente de sus diferencias, pueda desarrollarse plenamente y ejercer sus derechos. 

 
 
 

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